
sábado, 19 de junio de 2010
El corazón delator

As de espadas

Una de Ciencia- Micción
Por una vez
Por un minuto
Bajarla en forma lenta
y espontánea
sin atenuantes
sostener
el calzoncillo entre los dedos
asomando la oculta humanidad
adormecida
Cerrar los ojos
Tapar el gesto de placer
Con una mano
O con un gesto
Abrir los ojos
En la justa medida del alivio
Sostener la boca entre los labios
Morder el inferior y
Sacudir el excedente
Esconder aquel rosa mortecino
Con precaución de las mandíbulas
Del cierre
Sonreír
(ahora sí) con
La misión y la micción cumplidas
Alzar el rostro al cielo raso
Izar la cremallera
Y no olvidarse el portafolios.
Eduardo Espósito
As de copas

No apartes de mí ese cáliz
Tu boca es una catedral de lluvias
Donde mi lengua herética
Se torna penitente
Te digo creo / aún sin pretender ser
Salvo
Porque en la baja ligazón
Entre tus piernas
Habita el infinito
Lo eterno asume el cuerpo de lo líquido
Y de rodillas rezo
Ante un altar de nalgas consagradas
Todo me das / incluso el santo grial
Y amo tu noche
Con su agitada misa de murciélagos.
Eduardo Espósito
No-natos (Técnica mixta)
Estampas argentinas contemporáneas (Técnica mixta)

Padre Arbusto
Cubierto de malezas, manigua.
Cuyas Dictionary.
Mortificado sea tu nombre
Vuelva a los tuyos tu infierno
Hágase mi voluntad por una sola vez al
Menos
Así en la cama como en el sueldo
Que el pan nuestro de cada día
Sea una fiesta
Y me perdone el Dios
Por tantas ganas de quedar huérfano
Mas no nos dejes ser un remedo de tu
Nación
Porque con vos ta todo mal.
Amén.
Eduardo Espósito.
The box (Técnica mixta)
+de+100_0980.jpg)
Honduras
Todos guardan un monstruo debajo
De sus camas
Una sustancia viscosa
Gris
Inacabada
La gestación interrumpida de algún
Ángel
Olvidado de Dios y de los hombres
Todos lo alimentan cada noche
Con la leche nutricia de los sueños
Y lo malcrían en mundos más allá de
las palabras
en parajes de óxido y de nieve
y cuando todos salen a cumplir con el
día
ellos nos arrastran sus ventosas
debajo de otros muebles
deambulan por la casa
son sobras de la sombra
oscuridad
Todos guardan un monstruo debajo
De sus camas
Una mascota para el sueño
Pero nadie se fía en verdad lo
Suficiente
Como para dejar colgar su mano
Hacia el fondo de esa pena.
Eduardo Espósito.
Ser padre
Apenas vas enterándote, a golpes.
No hay recetas, ni combos, ni packs.
Apenas la intuición parida del amor, y del terror de equivocarte.
De saberte escultor de la más preciosa arcilla
la que es vida, la que es carne,
tu carne, tu trascendencia,
el futuro...
Te reconoces apenas en esa versión
mejorada del que fuiste, años ha.
Y su frescura, y sus risas, y sus energías
te convencen de que todo valió la pena
de que nada está perdido, y todavía es temprano,
y la vida es aún una promesa...
Y vos, hacedor involuntario de milagros
de designios divinos,
terminás diluyéndote en tu propia simiente
versión superadora de your self
Y decís, con orgullo y humildad:
Gracias
por permitirme Ser.
A mis hijos
Alejandro Federico Arébalos
jueves, 17 de junio de 2010
El Señor Arébalos que tenía un pincel.
Es tarde.
Como de noche.
Entonces el Señor Arébalos
tiene que pintar.
Pintar es subir y bajar,
jadear la misma desesperación
una vez y la otra.
Pintar es arrancar
los colores que tiene,
que tenía,
que tendrá la existencia
del otro lado del espejo.
Entonces, el Señor Arébalos
perfora recuerdos
Y los recuerdos sangran
como el óleo y la tinta:
derraman su gloria y su miseria
en el ímprobo lienzo y
en el papel pálido
que antes estaban muertos.
El Señor Arébalos, entonces, tenía un pincel
que ahora es una mira
telescópica.
Pero la obra es un blanco móvil.
Se escapa, se esfuma,
va corriendo de un cuadro a otro
de la historieta.
Va corriéndose
dejando ver sólo
el nacimiento de los pechos
y el cruce tortuoso e infinito
del pubis.
El Señor Arébalos y,
entonces,
la obra acorralada
entre los ojos.
La obra que resiste
el segundo acerado que
le queda,
y después se rinde.
Moebius lo palmea,
Breccia le extiende una copa
y, entonces, el Señor Arébalos gatilla
y la historia glorifica
el instante de parálisis
el instante voluptuoso
tantas veces contemplado
desde los sueños.
Entonces,
al Señor Arébalos
un Ángel le zumba en la memoria.
Marcelo Fara.
Nota: es un orgullo para mí publicar este poema que mi amigo Marcelo me dedicó en ocasión de mi primera exposición individual.