No te enseñan.
Apenas vas enterándote, a golpes.
No hay recetas, ni combos, ni packs.
Apenas la intuición parida del amor, y del terror de equivocarte.
De saberte escultor de la más preciosa arcilla
la que es vida, la que es carne,
tu carne, tu trascendencia,
el futuro...
Te reconoces apenas en esa versión
mejorada del que fuiste, años ha.
Y su frescura, y sus risas, y sus energías
te convencen de que todo valió la pena
de que nada está perdido, y todavía es temprano,
y la vida es aún una promesa...
Y vos, hacedor involuntario de milagros
de designios divinos,
terminás diluyéndote en tu propia simiente
versión superadora de your self
Y decís, con orgullo y humildad:
Gracias
por permitirme Ser.
A mis hijos
Alejandro Federico Arébalos
sábado, 19 de junio de 2010
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